jueves, 13 de agosto de 2009

If you can dream it...


8/13/09
 Hay cosas que tenemos que hacer, hay cosas que tenemos que soportar, porque no queda otra, o porque queda otra pero puede ser una peor opción, o una mejor, pero no lo sabemos. Si a nadie se le hubiese ocurrido alguna vez hecharle sal a las papas, las papas no nos gustarían. Porque el que no arriesga no gana, y supongo que esa frase hecha esta tan gastada que se vuelve estúpida.

No conoceríamos la risa si nos estuviésemos riendo todo el tiempo. No entenderíamos el valor de la amistad si todos fuesen amigos. No miraríamos al cruzar la calle si fuésemos inmortales. No ahorraríamos si fuésemos millonarios.

A veces la vida no te da mas por ser bueno, ni menos por ser malo. La vida no recompensa ni castiga todo el tiempo. Porque la vida no es justicia, no es una máquina, ni un juez. La vida es la vida simplemente. No podemos pretender que un tiburón no te muerda porque sos vegetariano, o que un oso no te ataque porque estás en contra del uso de pieles. No ve razones.

Es una carrera de caballos. Si pones todas las fichas a uno, y este no gana, castigamos al caballo por perder la carrera o a nosotros por elegirlo? Nadie sabe elegir. No es un don, no es una capacidad, no se sabe, como mucho se aprende, pero siempre con margen de error. Capaz nos encariñamos con el peor caballo, con el más vago, con el que sabemos que vamos a perder, pero no nos importa. O por ahí sabemos cual es el más rápido y ágil, y el que seguro nos va a hacer ganar, pero tal vez él no quiera correr para nosotros. Es encontrar, no tanto buscar. No vamos por la vida en búsqueda de personas, eligiéndolas, viendo quienes suponemos que nos van a hacer bien o nos van a hacer mal. Las podemos aceptar o no, pero las personas llegan y se van. Entran y salen a veces porque quieren, a veces porque queremos nosotros, a veces no quiere ninguno, y en el mejor de los casos quieren los dos.

La carrera no es de uno solo. La gana el caballo y su entrenador, la gana el conductor y el auto, y cuántas personas atrás. Por eso nuestra vida no es nuestra. O es nuestra y de todo el resto. Seguramente los que nos rodean nos hagan mal, pero nosotros rodeamos a alguien más, y seguramente alguna vez también le hicimos mal. Somos parte de otros. Y otros son parte de nosotros. Un juego de cartas, donde las cartas nos llegan un poco al azar, y nosotros vemos que hacer con ellas. Siempre nos va a tocar estar de diferentes lados. Porque no habrían ganadores si no existiesen los perdedores. Si nunca ganamos, vivimos peleandola. Y si nunca perdemos, ganar no tendría ningún sentido.

Nada, los pensamientos del día, no quita que mañana los relea y piense “que montón de idioteces”.