No me sumo a despedir el 2012, ni a terminar bien el año, no me sumo a esperar un 2013 mejor, ni a pensar en todos los "acontecimientos" del año que se va, no me sumo a los balances, ni a todas las cosas que dice la gente. No no no. O... capaz... Último día del año y llueven las frases de buenos deseos, haciendo balances del año que se fue, pensando en el año que viene. La gente le habla al 2012 y le pide al 2013 como si ellos nos escucharan atentamente. Y sino nos hablamos a nosotros mismos. Tenemos la facilidad para dedicar un tiempo de nuestras a vidas a reflexionar sobre los últimos 365 días vividos como si no pudiéramos reflexionar antes, como si el hecho de tener un calendario que agrupe nuestros meses en años hace que las reflexiones se acumulen en esta época. Hacerlo más seguido sería muy tedioso, así que lo hacemos cada fin de año, cuando ya pasó un tiempo considerable de nuestra última gran reflexión. Y aquí estamos todos los que pensamos en el año, el que se va con aquellas cosas que nos pasaron que resaltamos en nuestras cabezas y el que viene, como lo nuevo, como esa bolsa de 12 meses todavía no vividos. Esa sensación, como si el 31 de Diciembre no fuese un día mas, como si el cambio de año no fuese solamente una cuestión de calendario y de rotación terrestre. Parece que no es solamente eso.
La gente hace balances, y como soy parte de la gente no puedo evitar hacer el mío. Pero una vez más no será acá. Será el inicio de años muy diferentes entonces. O será el fin de la monotonía. Porque uno cree que tiene el camino allanado, pero no. Las cosas pasan. Las cosas siempre van a pasar. Aunque sea una cuestión de números... es el sentir que algo termina, Sentir que se va, para que otro llegue y pensar. Entonces fin de año es también una cuestión de sensaciones.