martes, 16 de agosto de 2011

Vivan los pies (?).



Y como se aburría, le dijo:
- ¿Te gustan mis pies?
- No particularmente...
- ¿Por qué?
- Porque son pies. Unos pies son unos pies.
Y así descubrió su lado más sinceramente práctico.

Y como estaba con la moral caída, le dijo:
- ¿Te gustan mis pies?
- Sí, me encantan.
- ¿Por qué?
- Me parecen los pies más bonitos que he visto nunca.
Y así descubrió su lado más evidentemente embustero.

Y como quería mimitos, le dijo:
- ¿Te gustan mis pies?
- Sí.
- ¿Por qué?
- Porque parecen simpáticas cosillas... y siempre están fresquitos.
Y así descubrió su lado más empalagosamente Flanders.

Y como quería levantar su autoestima, le dijo:
- Te gustan mis pies?
- Mmm... no son muy especiales.
- Por qué?
- Son simplemente pies, como los de cualquier otra persona.
Y así descubrió su lado más altivamente insensible.

Y como no tenía nada mejor que hacer, le dijo:
- ¿Te gustan mis pies?
- Mmm, no sé...
- ¿Por qué?
- A ver los míos...
Y así descubrió su lado más enervantemente autocomparativo.

Y como seguía aburrida, le dijo:
- ¿Te gustan mis pies?
- No, no mucho.
- ¿Por qué?
- Y... ahora que lo mencionas... esa uña está mal cortada, le falta forma y los dedos no están derechos.
Y así conoció su lado más odiosamente detallista.

Y para ver que contestaba le dijo:
- ¿Te gustan mis pies?
- No lo sé.
- ¿Por qué?
- Tal vez si te pintaras las uñas de un color más suave, si te pasaras cremas...
Y así conoció su lado más femeninamente inconformista.

Y de todas las posibles respuestas a la absurda pregunta de:
- ¿Te gustan mis pies?
La única respuesta que quería oir era:
- Sí, porque son tuyos.